viernes, 24 de septiembre de 2010

XI - Davenport

Jueves 26  de Agosto (3er semana de viaje)

Mi segunda excursión a cielo abierto fue una caminata por los alrededores de Devonport Harbour. Ayer, miércoles, a Vicky y Ann se les ocurrió realizar una larga caminata hacia allí, un puerto super turístico que se encuentra en una península cruzando el puerto del centro. Para llegar a Devonport, hay 3 formas. La primera es rodear la bahía entera, lo cual se traduce en varias horas de caminata; la segunda es con auto o bus a través de un puente; y la tercera, última y más rápida es con un ferry, con tan solo unos 15 minutos de viaje. La idea original era ir caminando, bordeando toda la costa. Como el día estuvo feo, terminamos visitando un museo de arte.
Hoy, una vez terminado el housekeeping, les propuse a las chicas hacer la excursión frustrada pero me dijeron que iban a salir a buscar trabajo por los restaurantes de la ciudad. Sin dejar que se arruinara la potencial excursión, le dije a Susan si se prendía y luego de una corta preparación estabamos con un pie en la calle, camara de fotos en mano.

Salimos del Base pasadas las 15:30 sin saber bien las diferentes formas que había para llegar a Devonport. Creímos, estúpidamente, que yendo hacia el puerto encontraríamos un camino que nos llevaría a pie. Comenzamos la travesía tomando Queen Street, justo a la salida del hostel, en dirección al mar (pueden buscar la calle en el google map y ver todo de forma interactiva!). Sin estar seguros para donde ir una vez que caminamos 5 cuadras y llegamos al puerto (porque acá en el centro, el mar no es playa, sino puerto), nos metimos en el primer puesto comercial de ferries. Si bien nuestra intención era encontrar la forma de cruzar a pata, para ese momento creíamos que Devonport era una isla (en lugar de una península en la otra punta de la bahía), y el señor nos dijo que la única forma de llegar a Devonport era en ferry mientra nos expendía los correspondientes tickets.

La "playa" del centro
Susan sonriendo (pero puteando porque estaba nublado)

El ferry salía en media hora así que nos fuimos a caminar por la costanera. Fuimos recorriendo la orilla, me compré un helado de gustos que no conocía (porque, puta madre, acá no hay helado de dulce de leche), pasamos por la puerta del Hilton, y llegando a la hora H dimos media vuelta en dirección hacia donde partía el pequeño buque.

La ciudad desde el Hilton

El cruce fue corto, de unos 10/15', que usamos para dar rienda suelta a nuestro espíritu artístico para así fotografiar las aburridas y estáticas márgenes. Una vez allá, surgió un imprevisible inconveniente...: "Ahá... mmh... bueno este.. ¿y ahora? ¿qué mierda hacemos?". Curioseamos un pequeño mapa turístico, elegimos un spot al azar y concluimos: "Si vamos dereecho por la costanera, llegamos acá". El destino, aunque nunca alcanzado, tenía que ver otra vez más con el crater volcán. Algo me dice que por esta zona hay demasiados cráteres volcánicos...

Downtown, desde el ferry
Devonport, desde el ferry

Apenas comenzamos nuestra marcha, quedamos vislumbrados por la belleza del pueblo. Las casas eran mucho más lindas y grandes que la parte que conocíamos de las zonas no-tan-urbanas de Auckland. Estaban adornadas con gran cantidad de arbustos y flores, y coronadas por lujosos autos estacionados en los frentes de las mismas.

Centro de Devonport
Casita del árbol
Casita linda
Casita re-linda
Calle linda
Casita fea
Muchas casitas lindas

A medida que nos alejábamos del puerto, el paisaje se mantenía regular hasta que, súbitamente, la calle giraba hacia adentro. Preferimos seguir derecho, a toda onda parkour, hacia lo que parecía un pasaje turístico abandonado (escena "Quisiera ser grande", cuando vuelve a visitar el parque de diversiones para pedir el deseo contrario y el parque está completamente cerrado y dejado). Seguido a ello, vino un acantilado.

Acantilado

Caminamos a través de las musgosas y resbaladisas rocas en la base del acantilado, hasta que encontramos un pequeño camino demarcado al cuál subimos. Lo primero que apareció en el camino fue la boca de una atractiva cueva entrada en años y adornada con un cartel que advertía ferozmente "Unlit caves. Extremme caution". El corazón, sobrellevado por el efecto de estas últimas palabras, llevó al cuerpo que lo cargaba en trayectoria directa al lugar donde la oscuridad yacía feroz y desafiante. Pero unos pasos adentro bastaron para que la paranoia heredada resurjiera como el Ave Fenix de sus cenizas para dominar la no-fiera con el encanto del miedo: "¿y si adentro hay una familia de maories asesinos, caníbales y... hambrientos???", pensé. Así fue como abandonamos la idea y seguimos el camino apenas comenzado.


Camino secreto detrás del acantilado

Cárcel maravillosa detrás el acantilado
Playita mágica detrás del acantilado

Los paisajes se balanceaban entre lo rústico y lo hermoso. La luz nos dio una mala pasada porque el clima estaba muy nublado y todos los colores carecían de cierta "calidez" que hubiera embellecido el paisaje como una frutilla embellece el postre. El caminito del acantilado que habíamos tomado anteriormente finalizó con una dura subida a la cima del mismo. En el fin de este acantilado, aparecía un paisaje de novela donde la costa , durante unos 200 metros, tomaba la forma de una serie de casas de playa, donde entre ellas y el mar no se interpone nada más que la arena, la calma y la inmensidad.
Estaba por anochecer. Y, como todo cierra muy temprano, teníamos miedo de quedar varados en lo que creíamos que era una isla. Salimos entonces del acantilado en dirección al centro de la isla para tomar la primer calle que nos llevase al puerto de regreso. Durante la bajada, vimos algunos cañones reliquia de guerra, que habían sido usados para defender la costa de los ataques japoneses en la segunda guerra mundial.
Las casitas de playa
Susan a punto de destruir la isla de enfrente
La vista de Susan utilizando el cañon

Al llegar a la vereda, vimos enfrente un parque con una cancha de rugby y niños jugando en ella. Un par de cuadras más adelante, un niño repartido casa a casa el periódico. Otro par de cuadras más, una casita con un mastil y la bandera de Nueva Zelanda.
Este paseo fue uno de esos que trae a tu mente la incertidumbre de cómo hubiese sido tu vida si hubieras crecido en un lugar así. ¿Tal vez mejor? ¿tal vez peor?. No tiene sentido darle muchas vueltas. Lo importante es aprovechar el día y, en lo sucesivo del viaje, seguir recorriendo para conocer más lugares, así, hermosos como este.

5 comentarios:

  1. Al ver este post, recién entiendo el comentario ese de Facebook que "es como estar jugando al Monekey Island".
    En el El+camino+en+la+orilla+del+acantilado.JPG quise pasar el mouse por encima a ver si decía "peldaño"

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  2. Soy Guybrush Threepwood... ¡Y quiero ser un pirata!"

    no mentira, soy...
    emmm...

    Mira detrás de ti, ¡un mono con tres cabezas!



    Mr B. mi querido Mr. P, espero la este pasando bien por alli...

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  3. Jajajaja!!!
    Mister B!
    Un abrazo!
    Haz conocido ya a Lisandro, el bebé de piter?!

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  4. No, no tenía ni idea que había tenido un bebé...

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