viernes, 24 de septiembre de 2010

X - Monte "El Edén"

Lunes 23 de Agosto (3ra semana de viaje)

Dos nuevos colegas habían llegado para integrar el staff de housekeeping del ACB (el hostel). Ellas son Victoria de Argentina, y Ann de Canadá. Son amigas y vienen de viajar durante un mes luego de haber pasado bastante tiempo trabajando en Wellington. Con Vicky, la argentina realicé mi primera excurción al aire libre. El día: lunes 20. Destino: Mount Eden. Descripción: crater de un pequeño volcan, ahora inactivo.

Almorcé, me bañe, tome la cámara de fotos, fui a la recepción del hostel, pregunte allí como llegar a Mount Eden (el crater de un viejo volcán), esperé a que apareciera Victoria (quien me acompaño en esta travesía), y tipo 4 PM, salimos en una moderada caminata en búsqueda de aquello que alguna vez fue la garganta misma del infierno.
Caminamos aproximadamente 20 minutos hasta llegar a lo que de afuera parecía ser un parque. Durante ese interín de tiempo, Vicky me resumió su estancia en Nueva Zelanda desde el primer día hasta hoy, y algo de su vida también. Supe entonces que llegó en Diciembre, que vino con poca plata, que tuvo hasta 3 trabajos en simultáneo, que tuvo pareja acá, y que hizo muy buenos amigos, de "esos que sabés que van a seguir teniendo contacto con vos para siempre".
Sin más intromisiones a su vida personal, prosigo entonces contando de los riesgos asumidos en esta aventura. El primer obstáculo fue cruzar la calle hacia la reserva. Como ya les dije, cruzar la calle en estas tierras suele ser una taréa muy dificultosa y riesgosa para extranjeros como nosotros: la experiencia, en este caso, te suele traicionar empujándote a mirar siempre hacia el lado contrario al que deberías. Fue duro, pero logramos encontrar una pequeña senda donde los automovilistas parecen ceder ante la aparición de peatones. Una vez en el parque, emprendimos viaje en dirección a un escondido camino en subida que alertaba en silencio "La muerte te espera aquí delante". Con valentía, caroja y mucho espíritu aventurero comenzamos a ascender incansablemente, cada vez más y más alto.
NOTA DEL AUTOR: sepa usted que el camino a la cumbre f ue muy sencillo y los lugareños lo utilizan como rutina de ejercitación (sí, suben trotando). Decorar el relato con riesgos místicos, fue una forma que encontré para intentar atrapar a ud, intrépido lector, en la larga historia que aquí le presento.
Luego de unos 10' de ascenso, comenzamos a divisar grupos de turistas unos metros más arriba. Fuimos hacia ellos y allí estaba. Estático, firme pero aún así imponente, un gran hueco en la cima del monte. Era la boca cerrada del volcán. Pero más deslumbrante fue cuadno alcé la vista y divisé en el horizonte las entrañas mismas de la ciudad entera. Desde allí parece verse todo: el enorme conglomerado de bajas casitas, un gran estadio de rugby, el pequeño centro donde vivimos lleno de edificios, la sky tower elevándose magnífica ante todos ellos, el mar, el famoso pueblo de Devonport cruzando la bahía que se abre hacia la izquierda del puerto del centro, la impresionante isla volcánica Rangitoto y, un poquito más al fondo, la paradisíaca isla Waiheke.
Allí estuvimos durante tal vez media hora, quizás algo más. Empezó a hacer frío y emprendimos el regreso. Llegamos al anochecer, con el cuerpo cansado, el cielo ya ennegrecido, con el espíritu renovado, la piel embarrada de montaña y los ojos llenos de verde naturaleza.

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